El origen de los problemas de los maestros es una historia tan antigua como la de las deficiencias en el modelo educativo y su legislación. Esta es la historia de la máquina contra la academia, de las políticas de un sistema opresor y excluyente que desde los inicios de la nación pretenden regular y condicionar el acceso al conocimiento y coartar toda iniciativa tendiente a elevar el nivel de la docencia a la verdadera posición orientadora y formadora de la estructura del pensamiento individual y colectivo con el propósito de construir país.
El poder y valor de la educación han sido desvirtuados con el ánimo de convertirla en el oficio de unos cuantos valientes que labran con las uñas en terreno pedregoso y hostil la idea del conocimiento al alcance de todos y se enfrentan constantemente a los residuos de la alienación rampante de la que es víctima la conciencia social. Yo misma, desde la miope visión de la adolescencia menosprecié mis estudios de licenciatura por desempeñarme en otros ámbitos en donde recibía cinco veces el salario de un docente; una triste,absurda, cobarde y fácil salida a la que muchos han sido abocados, pero peor aún, la salida ligera y anti-ética por la que en su intención de "maleducar" y limitar la capacidad cognoscitiva y argumentativa con que las instituciones engranaje de este corrosivo sistema han decidido equiparar la formación de maestros (orientadores, formadores, guías, consejeros,instructores…) a la formación somera de la preparación “express” que ofrecen todo tipo de incipientes “instituciones educativas” con programas mediocres, carentes de profundidad, ética profesional y principios además de la exigencia y concienciación requeridas para desempeñarse en la que es realmente la labor más importante dentro de una sociedad –hablando de carreras profesionales- porque tiene directa injerencia sobre la vida, desempeño y evolución de cada individuo, el crecimiento intelectual, la capacidad de trascendencia, la re-estructuración social y por ende el desarrollo del país.
Esto debe terminar. Los pensums académicos para docentes como los honorarios recibidos por ellos deben ser elevados en calidad y valores agregados de la misma manera que el ejercicio de la profesión debe ser monitoreado y limitado a las instituciones y personas idóneas, dándole a la educación y a los maestros el lugar imprescindible,decisivo y valioso que debe tener toda sociedad civilizada.
Todo esto hace necesario no solo un paro ni mil de ellos, sino un alto urgente por parte de quienes tienen la capacidad para diseñar y proponer conjuntamente con quienes tienen el poder de decidir, para analizar a profundidad los agentes que desde un comienzo fueron establecidos erróneamente y han venido estorbando lo que debería ser un proceso consciente y evolutivo e indudablemente transversal a todas las agendas establecidas para la construcción del país, así podríamos erradicar todos los exabruptos que año a año surgen alrededor de la academia, los maestros y la educación en su vastedad, los cuales afectan notoriamente todos los asuntos de interés nacional. Pero mientras la utopía se desintegra, apoyemos a los maestros en su pelea (que a veces parece que fuera contra el viento) por una educación de calidad, por el respeto de la profesión y el trato, reconocimiento y remuneración justos a quienes ejercen tan loable labor.